La gente dice que me he vuelto loco
Hace 10 años cogí un lapicero azul y escribí algo sobre un viejo polo blanco. Hace 10 años yo acababa de regresar de Brasil y estaba en la miseria y estaba solo y estaba también algo extraviado. Que digo ALGO extraviado. Mierda, estaba como Major Tom una semana después de la canción. Era un satélite obsoleto y todas las esquinas de la ciudad me parecían agujeros negros. No tenía muchas cosas, pero tenía un lapicero azul y un viejo polo blanco. Uno de esos polos con los que hacíamos educación física. Salir a la calle, estando pobre y solo, no siempre era fácil así que yo necesitaba una especie de traje protector. Una escafandra para la noche. El polo así como estaba no me servía. Por eso agarré el lapicero y escribí algo sobre el lado del pecho. Después me lo puse y salí de la nave. Esa noche conocí al primer grupo de chicos con los que me junté a leer cuentos. Y más tarde, cuando otros amigos me dijeron que bajara al Juanito para tomar unas chelas, fui y llegué a una mesa en la que, además de mis amigos, también estaba mi primera enamorada... y su nuevo chico. Estuve unos 20 minutos en la mesa y luego fui a estallar mi supernova a otro bar. ¿Qué habría sido esa noche de mí sin ese polo? No sé. ¿Qué habría sido de mí sin aquellos versos de Eielson? Ni puta idea. Probablemente sería un tipo parecido al que hoy me mira desde el espejo. Pero nunca hubiese comprendido que uno puede encontrarse en el abismo. Que también hay un extraño confort dentro de la confusión. Y que la calma es una mano que se extiende y puede encontrarte en cualquier esquina de la galaxia donde hayas caído.
Este era el poma que me escribí sobre el polo:
Jorge Eduardo Eielson Lima, 13 de abril de 1924 - Milán, 8 de marzo de 2006