Publicado: 2014-06-17
Cada cierto tiempo me pego con Teorema de Miguel Bosé. A veces también con Morir de amor o con Amiga, pero Teorema es la que me agarra más salvajemente. Ayer por ejemplo me agarró en Pardo y en bici y con lluvia así que la puse en repeat hasta que llegué a dictar clases. Mientras pedaleaba y cantaba, no podía dejar de pensar en mis muñecos de Leon-o y Doña Treme que esta semana andan juntos sobre mi escritorio. En clase leímos "De qué hablamos cuando hablamos de amor" de Carver y conversamos sobre el amor y al final todos nos hemos quedado callados como en el cuento. Luego he venido corriendo a mi casa a dibujar. Por la mañana me he levantado a colorearlos y eso es todo lo que he hecho con mi vida por ahora. En la clase, yo sostenía que el amor era una palabra inventada para un animal que siempre cambia de forma y que un día se alimenta de una cosa y luego de otra. Lo que me sorprendió fue que varios de mis alumnos, que son hasta 10 o 12 años menores que yo y que no han tenido tiempo de ser revolcados como es debido (emocionalmente, digo) opinasen parecido. No es que sea un cínico, pero vamos. Lo que me loquea es que digo eso y después me paso la noche dibujando estas huevadas. A veces creo que el amor es como una bestia cuyo corazón nunca veremos, ni su cabeza ni su cerebro, pero sus extremidades se mueven de una forma tan encantadora, que cuando uno de esos tentáculos llega a tocarnos, sentimos que con eso nos alcanza y no pedimos más explicaciones.
Escrito por
Pierre Castro
Escritor. Ha publicado el libro de cuentos "Un hombre feo" y en el 2012 ganó el Premio Copé de Plata con su cuento "El río". Monta bicicleta