Profe, usted nos trae porno
Siempre llevo cómics a mis alumnos grandes pero hoy se los llevé también a los más pequeños. No censuré nada así que había desde Charly Brown hasta cómic underground nacional. Uno de los chibolos abre el libro "Tren de ficción" de mi pata Carlos Lavida y se encuentra con una viñeta en la que aparece una chica con las tetas al aire. Me la muestra y me dice: "Profe, usted nos trae porno". La maravillosa frase inmediatamente logra 2 cosas: La primera: congelar el espacio-tiempo mientras yo me quedo con cara de huevón y el resto del salón con la risa a punto de estallar. La segunda: teletransportarme 18 años atrás cuando un amigo dijo exactamente la misma frase a nuestro profe Lucho Torrejón, después de que este nos proyectara una película española llamada Amantes en la que una chica le metía un pañuelo al culo a su chico mientras se la follaba. La frase de mi pata en realidad no fue tanto una afirmación como un cuestionamiento. Dijo: Profe ¿POR QUÉ nos pone PORNO? La palabra PORNO quedó retumbando en el salón como si de pronto hubiese entrado Nacho Vidal con la guasa al aire. El profe Lucho Torrejón, que tenía una barbaza y una voz ronquísima como de sátiro de los montes griegos, abrió los ojos y gritó: "¡¡¡NO ES PORRRNO, ES ERÓTICO!!!".
Nunca me olvidé de esa frase ni de la cara de mi pata al escucharla. Torrejón tenía muchas frases memorables. Recuerdo que al entrar al salón nos saludaba diciendo: "Damiselas y cocodrilos". Y ahora, cada que yo tengo que escribirle un mail a mis alumnos, lo encabezo con aquel Damiselas y cocodrilos como un tardío tributo a ese gran maestro que nos ponía cine erótico y conciertos de Piazzolla en vez de hablarnos de la aburrida historia de los medios del Perú. Aquello fue una sabia decisión pues a estas alturas de la vida, he olvidado quién carajo fundó La Prensa, pero jamás olvidaré el sonido de aquel doloroso bandoneón de Astor tocando Adiós Nonino.
Cuando el tiempo se descongeló y yo volví al salón de esta tarde en el que yo soy el profe, mi cerebro trató de responderle a mi alumno con una frase sabia y desenfadada como la de mi profe Torrejón, pero en cambio lo que me salió fue un ¡¡¿CUÁL PORRRNO? SON SOLO UN PAR DE TETAS! ¿ES QUE NUNCA HAS VISTO UN PAR DE TETAS?!! xD Mientras iba diciendo la frase, veía cómo la cara de mi alumno se derretía y entonces acabé dándome cuenta de mi locura.
A mí la frase me sonaba fresca y natural porque, vamos, a estas alturas de la vida, la gente con que suelo conversar ha visto, apretado, besado, mordido, lamido, succionado varios pares de tetas. Han sumergido la cara en ellas, las han inhalado, les han puesto sobrenombres, han dibujado sobre ellas con diferentes tintas, las han llenado de miel y de vino, las han hecho conversar entre ellas y seguro que algunos hasta les han compuesto poemas, reguetones o alejandrinos. Y aún cuando a mí todavía sigue maravillándome su delirante arquitectura y aquel aroma que es el equivalente al ultravioleta para la vista, una parte de mi cerebro sabe que son objetos posibles en el universo.
Sin embargo, cuando yo tenía la edad de mi alumno, no había vuelto a ver unas tetas desde que mi vieja me había destetado y nadie me aseguraba que podría ver otras antes de que un meteorito destruyera el planeta en el año 2000. Carajo, a los 17 yo era tan tímido que pensaba que iba a morir virgen. Y mientras le decía al chibolo ¿ES QUE NUNCA HAS VISTO UN PAR DE TETAS? comprendí que si un profe me hubiese dicho eso a los 17, yo me hubiese desmayado. Csm.
Al final mi pánico desapareció porque mi alumno se cagó de risa junto con todos sus patas. Tira de pajeros. Esta generación viene más superada. Cuando hace poco hicimos el ejercicio de "Dibuja 5 cosas que te llevarías a una isla" uno de ellos dibujó a una calata sobre la isla. Como me parecía conocida le pregunté ¿Quién es? -Sasha Grey- me dijo todo contento. Tamare, murmuré y me fui a mi escritorio aguantándome la risa y acordándome de mi primo que también es su fan.
A veces cuando pasan estas cosas y yo me acuerdo de mi profe Lucho Torrejón, me doy cuenta de que es posible que cuando estos pendejos se gradúen, también recuerden poco de lo que les enseñé, pero mucho de lo que les mostré. Y eso es algo perturbador porque las clases las puedo preparar, pero es más difícil controlar lo que me brota espontáneamente del hocico sin pasar por la aduana del cerebro.
En esos momentos, espero ser un poco como mi maestro Torrejón. No solo por aquella película española con la escena del pañuelo en el culo (carajo, alguien tenía que desahuevarnos y hacernos ver que no había nada malo en ver en el cine a dos personas cogiendo como es debido) ni por lo del tango de Piazzolla o las pelis de Kusturica o la voz de Yma Sumac, todos, artistas que conocía gracias a él. Sino porque parecía un ser humano lleno de pajas y contradicciones como nosotros y eso hizo que lo viéramos como alguien de quien realmente podíamos aprender.
Hace un tiempo vi que una amiga había posteado en su muro una imagen que decía "No les enseñes lo que sabes, enséñales lo que eres". Esa tarde llegué al salón, me olvidé de la clase que había preparado y les conté lo que yo había vivido al salir de la universidad: aburrirme de mi chamba, irme a mochilear por Latinoamérica, pasar hambre, descubrir la literatura y aferrarme a ella como un loco renunciando a todo lo demás. En algunos de ellos, vi brillo en sus ojos por primera vez desde que comenzara el ciclo.
Espero que ese "¿ES QUE NUNCA HAS VISTO UN PAR DE TETAS? que se me escapó hoy, sea comprendido como todos los ¿QUE TODAVÍA NO HAN VISTO PULP FICTION? que suelo soltarles. O el ¿Ya han escuchado el Verano de Vivaldi?¿Han visto los cómics de Robert Crumb? ¿Han leído ya Cien años de soledad? ¿Han ido a pasear por el Jirón Quilca?
Y espero también que con el tiempo yo vaya convirtiéndome en ese tipo lleno de historias como mi profe Torrejón, al que le bastaba llegar al salón y hablar de cualquier pichulada, para que en todos nosotros estallase algo que nos hacía salir a buscar la vida y el conocimiento.